miércoles, 10 de marzo de 2010

CUÁNDO, CÓMO Y DÓNDE EMPEZASTE A APRENDER ESPAÑOL

Natalie Therekova:

GRANADA:

“Granada” era un nombre que conocíamos todos en la URSS. Gracias, sobre todo, a la canción sobre un joven ruso, muerto en la guerra civil, y que había querido viajar a Granada, un lugar atractivo y misterioso. Era una canción muy popular. Al menos todos los rusos conocían algo de la geografía y de la belleza de la Alhambra. Mi interés en Granada viene de cuando tenía 12 años. En aquel verano, en la playa, redescubrí a F.G.Lorca. No al poeta heroico, el símbolo del antifascismo, como los libros sovieticos nos enseñaban, sino al poeta romántico, con su Romancero gitano y La casa de Bernarda Alba. Me volví loca. Quise ver los lugares donde él vivía, respiraba, andaba y soñaba...

Desafortunadamente, la primera oportunidad que tuve para visitarla no tuvo lugar hasta 20 años después. Compré un billete de viaje para irme de vacaciones a España. Los días pasaban lentamente hasta que nuestro grupo llegó a Granada. Al recibir las llaves de mi habitación de hotel, eché a correr para buscar su barrio y su casa. Claro que vería las cimas de las montañas de Sierra Nevada al fondo, las murallas, la torre y los edificios de la Alhambra desde la ventana, pero todo eso lo haría el día siguiente, ''mañana''. Ahora, ¡Él!, ¡sólo podía pensar en él! Es nesesario confesar que en aquel tiempo no hablaba español. Tampoco los españoles que estaban a nuestro alrededor hablaban inglés. Por eso, del camino a Granada recordé una frase: “¿Donde está el museo de la casa de Federico García Lorca?” Pobre de mí, si yo hubiera sabido que la información que estaba en esos libros estaba equivocada... Pues no me habría metido en aquella aventura...

La primera parte de mi búsqueda fue fácil. En el plano de la guía indicaba el camino al centro de la ciudad. La calle bajaba desde el hotel hasta la Puerta Real. La guía de 1994 decía: “Atraviese el Camino de Ronda y siga hasta Neptuno. Doble a la derecha y cerca de la Virgen Blanca encontrará La Huerta de San Vicente. El museo de Lorca abrirá en 1993”. Caminando por la calle, sólo tenía una idea fija: “Él siempre se quedaba mirando esta fuente y descansaba cerca de este muro, y una maceta podría haberle caído a sus pies, y una chica bonita podría haberse echardo a reír”. La calle se convirtió en callejón, y la esquina no me recordaba a Ronda...

La segunda parte fue toda una comedia para los peatones. Una chica rubia se acerca a cualquiera de ellos y le pregunta algo que nadie entiende. La mayoría piensa que si una chica es rubia significa que es “tonta” y por eso necesita que la ayuden. Sí, ¿pero qué ayuda? Ella les habla sobre Federico, sobre su museo. ¿Federico García Lorca? Sí, era de aquí. No, no hay ningún museo, señorita. ¿La casa? Coja la segunda calle a la derecha. No, No está aqui. Coja la tercera calle a la izquierda. No, no es verdad. Vaya a la derecha. Al final tuve mucha suerte: un policía dominaba el inglés y me llevó de la mano hasta la puerta de la huerta...Tardé sólo 3 horas...

La tercera parte fue algo triste. Saber es poder. En mi caso, me hacía falta saber más cosas sobre las tradiciones.

El policía era un hombre honesto y bondadoso. Me explicó que mañana no era mañana exactamente, y que la frase “abrirá en 1993” no significaba “exactamente en 1993, 1995 o en 1997” tampoco...

Bueno, en todo caso, encontré el edificio y la calle, también saqué fotos del jardín y de la tapia. Lo que más desanimó luego fue la gran distancia que había entre La Huerta de San Vicente y mi hotel.

Sólo fueron 15 minutos andando cuesta arriba... ¡Solamente!

Al día siguiente, nuestro grupo disfrutó de las visitas a la Alhambra, a la Capilla Real, a la catedral y también paseamos por el Albaicín.

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